La cocina mexicana
Ciertamente, el territorio norte de México comparte con el sur de los Estados Unidos el gusto por el trigo y la carne de ganado y Guatemala comparte con los mexicanos el amor ancestral por el maíz con sus innumerables formas de prepararlo, sin embargo, puede afirmarse que las fronteras de la República Mexicana coinciden con sus fronteras culinarias pues, de Tijuana a Chetumal, los mexicanos comparten un mismo conjunto de conocimientos y de prácticas del comer, que son extraños entre sus vecinos: los horarios de las tres colaciones diarias y su composición respectiva, por no citar sino dos rasgos de menor importancia que nos distinguen de ellos.
Muchas otras características particulares de la estructura alimentaria de los mexicanos son, entre otras: los ingredientes básicos del catálogo de insumos, maíz, frijol, chile y calabaza, cuyas variantes en suelo mexicano alcanzan más de un centenar de productos diferentes; los útiles y las formas de cultivos asociados que no agotan la tierra; ciertas técnicas de cosecha como el aprovechamiento integral de las cucurbitáceas americanas y de conservación como el secado de chiles; tipos de mezclas como losmoles y de cocción como la tecnología del nixtamal en la utilización del maíz; muchos utensilios de cocina y los gestos adecuados para servirse de ellos como son, entre otros, los del metate y el molinillo, el comal y el molcajete; las piezas del servicio de mesa y las maneras en el comer, y en fin, lo más original y característico: la afición por los antojitos fuera de las comidas.
Estos, los antojitos, son sin duda uno de los rasgos distintivos y fundamentales de la cocina mexicana que incluye la llamada cultura del antojito, término acuñado por uno de los mayores expertos en el tema y autor, entre otros, de un libro casi exhaustivo sobre la materia cuyo apellido es homónimo del mío: José N. Iturriaga y a cuya obra puedo añadir lo siguiente: el antojito es a la estructura gastronómica lo que son los dichos y refranes a la estructura gramatical entre los mexicanos, pues unos y otros están presentes en nuestra vida cotidiana como tentaciones que se comparten sobre todo en el anonimato.
Pero ¿todo esto basta para afirmar que México posee una gastronomía propia? Cuando entre otros, el gran ensayista Don Alfonso Reyes atribuye a "un mismo sentimiento del arte, los guisos mexicanos y ejemplos de la más fina artesanía popular" y el célebre pintor Doctor Atl afirma que "no puede conocerse al pueblo mexicano si no se ha saboreado su cocina y no se le ha visto comerla", ambos anotan la igualdad que el arte y el comer tienen para los mexicanos, quienes pensamos, en efecto, haber alcanzado la excelencia de éste con el disfrute de todos los sentidos.
Los criterios de la UNESCO y la candidatura de México
El reconocimiento por parte de la UNESCO de la gastronomía como un bien cultural, digno de su apoyo en la salvaguarda que deben hacer los países que las hayan creado, se inscribe en los objetivos de esa institución internacional y es una necesidad de supervivencia para las naciones, en tanto que se trata no sólo de mantener vivo un rasgo fundador y esencial de la identidad de sus pueblos, sino de proteger muchos productos naturales representantes de la biodiversidad terrestre y de incidir favorablemente en sus propias socio-economías, al valorar ante propios y extraños, productos y técnicas, hábitos y conocimientos que la mundialización de la oferta, con su aparato publicitario masivo y agobiante, ha devaluado progresivamente a los ojos de sus propios detentores.
Por si no fuesen suficientes estos argumentos y dado que la UNESCO reconoce el valor de la literatura como un bien cultural inmaterial, anotemos que la literatura culinaria de un país, en forma de recetas, descripciones o juicios de valor, suele ser transcripción de tradiciones orales donde se revelan creencias y mitos o se revela el grado de conocimientos empíricos y científicos, sobre las propiedades de los alimentos y el cuerpo humano, alcanzado por los pueblos en distintos momentos de su historia. Pero una biblioteca de libros de cocina, sin los productos y las prácticas mediante las cuales se fabrican los platillos, estaría tan muerta como una biblioteca de partituras que hubiera sobrevivido a la desaparición de los instrumentos y de los músicos capaces de tocarlos
La cocina tradicional mexicana en la lista del patrimonio de la humanidad de la UNESCO
1. La Cocina Tradicional Mexicana entró a formar parte de la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO de acuerdo con la Resolución aprobada por la Comisión Intergubernamental correspondiente en su sesión de Nairobi, Kenia, el 16 de noviembre de 2010.
2. El expediente que sustentó la candidatura fue presentado por el Gobierno Mexicano a través del INAH, la Conalmex y la Secretaría de Relaciones Exteriores, y su elaboración estuvo a cargo del Conservatorio de la Cultura Gastronómica Mexicana, ciñéndose a las disposiciones de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial suscrita y ratificada por nuestro país. En dicha Convención figura, entre otros considerandos, el reconocimiento de que los procesos de mundialización y de transformación social por un lado crean las condiciones para un diálogo renovado entre las culturas pero, por el otro, también traen consigo graves riesgos de deterioro, desaparición y destrucción del patrimonio cultural inmaterial, que no es otro que el patrimonio vivo y el modo de vivir de los pueblos y que en ellos reposa la pervivencia y desarrollo de la diversidad cultural que enriquece al mundo.
La Convención es un instrumento normativo de carácter vinculatorio que obliga a los gobiernos que la suscriben. En este caso se trata de rescatar, salvaguardar y promover un bien patrimonial que denominamos: “La Cocina Mexicana Tradicional: Cultura ancestral, comunitaria y vigente: El paradigma de Michoacán”
3. Es preciso hacer hincapié sobre el hecho de que fue la Cocina tradicional mexicana el objeto de la inscripción. Sin embargo, por razones técnicas el formulario exigió presentar un estudio de caso sobre acciones concretas realizadas a favor de la preservación del patrimonio culinario de alguna localidad. También requirió del testimonio firmado del involucramiento directo de las cocineras a nivel colectivo e individual como portadoras de las tradiciones que se pretende poner bajo las medidas de salvaguardia. En ese sentido, se propuso como ejemplo el programa de Cocineras de Michoacán, desarrollado a lo largo de los últimos siete años y que se presenta eventualmente como modelo para adaptarlo al resto del país.
4. En el caso de la Cocina Tradicional Mexicana fue decisiva la cumplimentación de algunos criterios indispensables desde la perspectiva de la Convención. Por virtud de ésta se exige que el elemento inscrito haya sido transmitido como herencia a través de las generaciones, desde tiempo antiguo y que siga vigente; que represente un factor fundamental de identidad cultural y de cohesión social, que contribuya al desarrollo de la comunidad y al diálogo de ésta con el resto de los grupos sociales. La cocina mexicana responde puntualmente a tales principios.
5. Una vez lograda la inscripción del bien cultural, el Estado Parte se compromete a adoptar las medidas necesarias para garantizar la salvaguardia del Patrimonio Cultural concernido mediante un plan de acción que incluye medidas de rescate, salvaguardia y promoción, según un plan territorial que prevé programas para la transmisión de conocimientos, la capacitación, la adecuación de los planes educativos, la innovación y la inserción en los circuitos locales, estatales y nacionales de las prácticas que fortalezcan a los portadores de las tradiciones culinarias de las que deriva toda la cocina mexicana en la actualidad. Se trata ante todo de la preservación de las raíces sobre las que se apoya todo el edificio de la rica gastronomía mexicana.
6. Al gobierno mexicano le toca diseñar políticas de apoyo a la producción de alimentos, a la creación de condiciones para que las cocineras de las comunidades conviertan su actividad en un medio de vida digno que las haga partícipes en los procesos de desarrollo local y regional, para que la cocina mexicana y toda la cadena productiva que la sustenta se convierta en un factor decisivo en la creación de riqueza en beneficio del país, así como en un elemento fundamental en la imagen cultural y turística que de éste se difunde hacia el exterior. También le corresponde al gobierno mexicano crear los planes educativos adecuados para colocar a la cocina nacional en el nivel prioritario que merece en relación con los problemas de nutrición y de salud y con la necesidad de reencontrar el equilibrio alimentario que evite los problemas de obesidad tan graves que padece la población a nivel nacional.
7. Por su parte, la sociedad civil -a través de sus organizaciones y del sector empresarial y productivo- de acuerdo con la UNESCO debe jugar un papel fundamental en la aplicación de la Convención. Le toca, por ejemplo, colaborar en la sensibilización acerca de la necesidad de la preservación del bien patrimonial y en el fortalecimiento de las capacidades de los portadores de las tradiciones y los saberes. La participación de las comunidades, grupos e individuos en la transmisión del patrimonio y de los valores que éste entraña tienen un valor estratégico irremplazable, particularmente en el caso de las costumbres alimentarias vistas como un sistema cultural propio.
8. El reconocimiento de la Cocina Tradicional Mexicana como Patrimonio de la Humanidad marca un hecho sin precedente en los anales de la UNESCO porque responde a la aceptación de un sistema cultural, en toda su complejidad, como demostración implícita de que el patrimonio sustenta la vida misma en su acepción más amplia y funge como amalgama de la vida colectiva de una comunidad y como su distintivo identitario más sólido. La cocina como patrimonio vivo y vivificante de los mexicanos merece todo nuestro cuidado y protección para lograr su mayor florecimiento a futuro. A ello nos compromete el honor recibido.
9. Con algunos miembros del Conservatorio, que es organismo consultivo de la UNESCO, viajó a Nairobi un grupo de profesionales de la cocina que se encargó de presentar una semana gastronómica mexicana a los asombrados paladares de La reunión de la UNESCO y al público local. Agradecer a uno por uno es lo que procede ya que con su talento y su esfuerzo contribuyeron a dar sustancia a un patrimonio que no se podía degustar a través de una ceremonia y unas líneas escritas en el papel.
Queda como testimonio el menú que registra el momento histórico.
Agreguemos que en el momento de la proclamación alegró la adusta sala de sesiones un grupo de cocineras con sus atuendos tradicionales y que la aclamación fue entusiasta hacia la delegación mexicana.
10. Queremos destacar el papel importante de la SRE, del INAH y de Aserca/Sagarpa, cuyo apoyo oficial fue decisivo en esta misión. También de todas las empresas de la alimentación y las bebidas mexicanas que creyeron desde el inicio en el proyecto y que trabajan para el enaltecimiento de la cocina mexicana. Fue la suma de esfuerzos la que nos permitió constatar que tenemos un gran talismán para aspirar a un mejor porvenir: nuestro patrimonio cultural.